Mientras tanto, Chunhyang, en la cárcel todo este tiempo, se mantuvo fiel a la memoria de Yi Mong-Yong. Había adelgazado, estaba débil y enferma. Un día tuvo un sueño, en el que vio su casa. En su jardín, las flores que había plantado y amado se habían desvanecido. El espejo en su habitación estaba roto. Sus zapatos estaban colgados en el dintel de la puerta. Llamó a un hombre ciego que acertó a pasar por la ventana de su celda, y le preguntó el significado de su sueño.
"Yo te diré lo que significa. Estas flores secas darán fruto, el ruido del espejo roto se escuchará en todo el mundo, y los zapatos en la puerta indican una gran multitud que la visitaran para felicitarla."
Chunhyang agradeció el ciego y oró para que su profecía se hiciera realidad. En realidad, sin embargo, la condena de Chunhyang estaba cerca. Ese mismo día, el juez llamó a sus asistentes los junto y les dijo: "En tres días se celebran una gran fiesta, a la que quiero invitar a todos los magistrados de los pueblos cercanos, y en esos días la condena de Chunhyang se llevarán a cabo"
Mientras tanto, Yi Mong-Yong llegó a la ciudad y fue a la casa de Chunhyang. Al principio, su madre no lo reconoció. "No sé quién es usted", dijo. "Su cara me recuerda a Yi Mong-Yong, pero su ropa es la ropa de un mendigo."
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