Frente al santuario principal del templo Bulguk, en Gyeongju, la milenaria capital del reino de Shilla, se alzan una al lado de la otra dos torres de piedra muy bellas, pero de lo más dispares. Son la torre Dabo, que se caracteriza por su diseño refinado, adornado y preciosista, y la torre Seoka, que es, en cambio, pura sencillez, equilibrio y majestuosidad. Siendo tan diferentes, ambas fueron erigidas por un mismo artista a mediados del siglo VIII. La torre de Seoka es conocida también como la “torre sin sombra”, debido a una famosa leyenda que se cuenta sobre su construcción.
Según la leyenda, ambas torres fueron labradas por un artista originario de Baekje llamado Asadal. Gracias al extraordinario talento para trabajar la piedra que poseía, se le encargó la construcción de las dos torres principales del templo Bulguk. Asadal se entregó en cuerpo y alma a su arte y al cabo de algunos años, terminó la torre de Dabo, que despertó la admiración de todo el mundo por su extraordinaria elegancia y hermosura. De inmediato, se sumergió en la erección de la segunda torre, la torre Seoka. Mientras Asadal estaba completamente embebido en su trabajo, en su tierra natal, en el reino de Baekje, lo esperaba con ansias su esposa Asanyeo. Sin embargo, los años de espera habían terminado por colmar su paciencia y no pudiendo soportar más la añoranza que sentía por su marido, Asanyeo se puso en camino y llegó después de muchos avatares hasta la entrada del templo Bulguk. Cuando estaba a sólo unos metros de ver por fin a su añorado esposo, el monje a cargo del templo le prohibió terminantemente el paso. “Este templo es sagrado y ningún ser impuro puede franquearlo hasta que esté totalmente finalizado. Tu presencia podría llamar a la mala fortuna y provocar una desgracia. Debes alejarte de aquí.” Asanyeo le explicó su situación y le suplicó que le permitiera ver a su marido, aunque fuera sólo por unos instantes. Sin embargo, el monje fue inflexible, pues temía que Asadal perdiera la concentración artística si veía a su mujer. De todos modos, conmovido por el amor que la mujer sentía por su esposo, le hizo la siguiente sugerencia: “Cerca de aquí, hay un lago llamado “Yeongji”, donde se refleja el templo Bulguk. Cuando veas que se refleja en la superficie del agua una nueva torre, sabrás que tu marido ha terminado su trabajo y que podrás reunirte con él.” Adanyeo le dio las gracias y se fue a vivir a las orillas del lago, donde, en efecto, se podía ver reflejado el templo en su totalidad. Los días, luego los meses y luego los años fueron pasando, sin que una nueva torre apareciera en la superficie del agua. Asanyeo fue perdiendo la esperanza y una noche, engañada por los reflejos plateados de la luna, se tiró al lago creyendo que abrazaba a Asadal.
Un tiempo después, Asadal terminó la torre Seoka, que fue considerada por todos una obra maestra. El monje a cargo del templo le contó entonces que su mujer había venido a buscarlo unos años antes. Deseoso de reencontrarse con Asanyeo, Asadal se dirigió rápidamente al lago, pero allí no quedaba un sólo rastro de ella. En la superficie del agua se reflejaba todo el templo menos la torre Seoka, debido a que quedaba tapada por la torre Dabo. Presintiendo lo que había pasado, Asadal lloró a su mujer con gran dolor. Desde entonces, lloviera, tronara o nevara, en lugar de volverse a su tierra natal, Asadal vagaba por las orillas del lago añorando a su mujer. Un noche de luna llena le pareció que una silueta humana se recortaba sobre el lago. Creyendo que era Asanyeo, fue corriendo a abrazarla. Sin embargo, cuando llegó, comprobó que se trataba sólo de una roca. Al día siguiente, para consolarse, comenzó a tallar en la superficie de la roca la imagen que guardaba en la memoria de Asanyeo. Cuando terminó su trabajo, se dio cuenta que no había tallado a su mujer sino a Buda. No pudiendo soportar por más tiempo la ausencia de Asanyeo, se tiró al lago como queriendo abrazar el reflejo de esta roca en el agua. Conmovidos por el profundo y trágico amor que se había demostrado esta pareja, la gente comenzó a llamar a la torre Seoka como “la torre sin sombra” y a la torre Dabo como “la torre con sombra” y conservó la memoria de este amor durante siglos hasta nuestros días.
Según la leyenda, ambas torres fueron labradas por un artista originario de Baekje llamado Asadal. Gracias al extraordinario talento para trabajar la piedra que poseía, se le encargó la construcción de las dos torres principales del templo Bulguk. Asadal se entregó en cuerpo y alma a su arte y al cabo de algunos años, terminó la torre de Dabo, que despertó la admiración de todo el mundo por su extraordinaria elegancia y hermosura. De inmediato, se sumergió en la erección de la segunda torre, la torre Seoka. Mientras Asadal estaba completamente embebido en su trabajo, en su tierra natal, en el reino de Baekje, lo esperaba con ansias su esposa Asanyeo. Sin embargo, los años de espera habían terminado por colmar su paciencia y no pudiendo soportar más la añoranza que sentía por su marido, Asanyeo se puso en camino y llegó después de muchos avatares hasta la entrada del templo Bulguk. Cuando estaba a sólo unos metros de ver por fin a su añorado esposo, el monje a cargo del templo le prohibió terminantemente el paso. “Este templo es sagrado y ningún ser impuro puede franquearlo hasta que esté totalmente finalizado. Tu presencia podría llamar a la mala fortuna y provocar una desgracia. Debes alejarte de aquí.” Asanyeo le explicó su situación y le suplicó que le permitiera ver a su marido, aunque fuera sólo por unos instantes. Sin embargo, el monje fue inflexible, pues temía que Asadal perdiera la concentración artística si veía a su mujer. De todos modos, conmovido por el amor que la mujer sentía por su esposo, le hizo la siguiente sugerencia: “Cerca de aquí, hay un lago llamado “Yeongji”, donde se refleja el templo Bulguk. Cuando veas que se refleja en la superficie del agua una nueva torre, sabrás que tu marido ha terminado su trabajo y que podrás reunirte con él.” Adanyeo le dio las gracias y se fue a vivir a las orillas del lago, donde, en efecto, se podía ver reflejado el templo en su totalidad. Los días, luego los meses y luego los años fueron pasando, sin que una nueva torre apareciera en la superficie del agua. Asanyeo fue perdiendo la esperanza y una noche, engañada por los reflejos plateados de la luna, se tiró al lago creyendo que abrazaba a Asadal.
Un tiempo después, Asadal terminó la torre Seoka, que fue considerada por todos una obra maestra. El monje a cargo del templo le contó entonces que su mujer había venido a buscarlo unos años antes. Deseoso de reencontrarse con Asanyeo, Asadal se dirigió rápidamente al lago, pero allí no quedaba un sólo rastro de ella. En la superficie del agua se reflejaba todo el templo menos la torre Seoka, debido a que quedaba tapada por la torre Dabo. Presintiendo lo que había pasado, Asadal lloró a su mujer con gran dolor. Desde entonces, lloviera, tronara o nevara, en lugar de volverse a su tierra natal, Asadal vagaba por las orillas del lago añorando a su mujer. Un noche de luna llena le pareció que una silueta humana se recortaba sobre el lago. Creyendo que era Asanyeo, fue corriendo a abrazarla. Sin embargo, cuando llegó, comprobó que se trataba sólo de una roca. Al día siguiente, para consolarse, comenzó a tallar en la superficie de la roca la imagen que guardaba en la memoria de Asanyeo. Cuando terminó su trabajo, se dio cuenta que no había tallado a su mujer sino a Buda. No pudiendo soportar por más tiempo la ausencia de Asanyeo, se tiró al lago como queriendo abrazar el reflejo de esta roca en el agua. Conmovidos por el profundo y trágico amor que se había demostrado esta pareja, la gente comenzó a llamar a la torre Seoka como “la torre sin sombra” y a la torre Dabo como “la torre con sombra” y conservó la memoria de este amor durante siglos hasta nuestros días.
Fuente KBS WORLD
oooooooh por dios esto es tragico pero me encanta la historia cuando vaya a Corea me ire a ver esas torres!
ResponderBorrarQue trágica historia... ;(
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