En la primera mitad del segundo milenio existían tres reinos en la península coreana: el reino de Kokuryo, el de Baekje y el de Shilla. Durante la primera mitad del siglo VII, los tres reinos estaban en guerra para disputarse la supremacía en la península. La victoria fue para Shilla, que contaba con dos valientes generales llamados Kim Yu Shin y Kim Chun Chu, quienes fueron los verdaderos hacedores de la unificación. Sobre ellos existen infinidad de leyendas. Según consta en un registro pseudohistórico, Kim Yu Shin no hacía más que pensar noche y día en el modo de derrotar a Kokuryo. Un día, uno de sus capitanes le sugirió que se disfrazaran y se internaran en el reino de Kokuryo, pues para derrotar al enemigo era necesario conocerlo de cerca. A Kim Yu Shin le pareció buena idea y se pusieron en marcha. En el camino tres ninfas del bosque le revelaron al general que se trataba de una trampa y que el supuesto capitán era en realidad un espía de Kokuryo. Descubierto, el traidor no tuvo más remedio que confesar la verdad. Había sido enviado secretamente para asesinar a Kim Yu Shin, pues circulaba una extraña leyenda sobre su nacimiento en Kokuryo que hacía que todos le tuvieran miedo.
Había una vez en Kokuryo un adivino prodigioso llamado Chu Nam. Un día le descubrió al rey que su mujer, la reina, lo engañaba con un amante. El rey no le creyó y se enfadó mucho por el atrevimiento, pero antes de ordenar su muerte decidió probar sus dotes adivinatorias. Puso en el interior de una caja un ratón y le dijo a Chu Nam que acertara cuántos ratones había dentro. El adivino contestó sin vacilar que eran ocho. Como se había equivocado, el rey mandó que lo ejecutaran. Con un pie en el cadalso, el adivino profetizó en voz alta que se reencarnaría convertido en un general enemigo y que destruiría Kokuryo. El rey tuvo un mal presentimiento y ordenó que abrieran el vientre del ratón. En efecto, en el interior del roedor había siete fetos de ratón perfectamente formados. Esa misma noche el rey soñó que el alma del adivino Chu Nam entraba en el cuerpo de la esposa de un gobernador provincial de Shilla antes de que se uniera con su marido. Cuando el rey contó el sueño a sus cortesanos, éstos interpretaron que el adivino se había reencarnado en el hijo de ese matrimonio. Con el tiempo llegaron a la conclusión de que se trataba de Kim Yu Shin, quien era un gran estratega y adivinaba los menores movimientos de sus enemigos como si los viera en una bola de cristal.
Los generales Kim Yu Shin y Kim Chun Chu de Shilla eran grandes amigos y sellaron la amistad que los unía mediante el casamiento de Kim Chun Chu con una hermana de Kim Yu Shin. Quizá fuera un matrimonio arreglado, pero la imaginación popular adornó el enlace con detalles novelescos. Se cuenta que un día Mun Ji, que así se llamaba la hermana menor de Kim Yu Shin, escuchó a su hermana mayor contar que había tenido un sueño muy particular: Había subido a una montaña y de pronto había sentido ganas de orinar. Al ponerse a hacer sus necesidades, la aldea y el valle al pie de la montaña habían quedado totalmente inundados con su orina. Cuando Mun Ji escuchó este sueño le propuso comprárselo. Su hermana mayor, divertida, se lo vendió a cambio de una falda de seda. A los pocos días Kim Yu Shin trajo a la casa a su amigo Kim Chun Chu. Accidentalmente a éste se le rompió un lazo del traje, por lo que Kim Yu Shin llamó primero a la hermana mayor para que se lo cosiera. Ésta se negó a hacerlo, por lo que llamó esta vez a la menor Mun Ji. Cuando Kim Chun Chu vio cómo Mun Ji cosía amorosamente su lazo, quedó inmediatamente prendado de sus encantos. Desde entonces comenzaron los amoríos secretos entre los dos jóvenes y, a resultas de ello, Mun Ji quedó embarazada. Cuando Kim Yu Shin se enteró de lo sucedido, fingió estar tremendamente enfadado y anunció que iba a quemarla públicamente en la hoguera por deshonrar a la familia. Como el humo de la hoguera se veía a kilómetros de distancia, Kim Chun Chu vino corriendo a salvar a su amada. Ante todo el mundo que se había reunido en el lugar, confesó ser el culpable y la pidió por esposa.
Seguramente el surgimiento de esta leyenda romántica para explicar la boda se debió a que Kim Chun Chu pertenecía a la alta nobleza, con derecho a la sucesión real –en efecto, ascendió años más tarde al trono de Shilla con el nombre de Mu Yol-, por lo que en circunstancias normales no podría haberse casado jamás con la hermana de Kim Yu Shin, que era un noble de baja categoría.
Había una vez en Kokuryo un adivino prodigioso llamado Chu Nam. Un día le descubrió al rey que su mujer, la reina, lo engañaba con un amante. El rey no le creyó y se enfadó mucho por el atrevimiento, pero antes de ordenar su muerte decidió probar sus dotes adivinatorias. Puso en el interior de una caja un ratón y le dijo a Chu Nam que acertara cuántos ratones había dentro. El adivino contestó sin vacilar que eran ocho. Como se había equivocado, el rey mandó que lo ejecutaran. Con un pie en el cadalso, el adivino profetizó en voz alta que se reencarnaría convertido en un general enemigo y que destruiría Kokuryo. El rey tuvo un mal presentimiento y ordenó que abrieran el vientre del ratón. En efecto, en el interior del roedor había siete fetos de ratón perfectamente formados. Esa misma noche el rey soñó que el alma del adivino Chu Nam entraba en el cuerpo de la esposa de un gobernador provincial de Shilla antes de que se uniera con su marido. Cuando el rey contó el sueño a sus cortesanos, éstos interpretaron que el adivino se había reencarnado en el hijo de ese matrimonio. Con el tiempo llegaron a la conclusión de que se trataba de Kim Yu Shin, quien era un gran estratega y adivinaba los menores movimientos de sus enemigos como si los viera en una bola de cristal.
Los generales Kim Yu Shin y Kim Chun Chu de Shilla eran grandes amigos y sellaron la amistad que los unía mediante el casamiento de Kim Chun Chu con una hermana de Kim Yu Shin. Quizá fuera un matrimonio arreglado, pero la imaginación popular adornó el enlace con detalles novelescos. Se cuenta que un día Mun Ji, que así se llamaba la hermana menor de Kim Yu Shin, escuchó a su hermana mayor contar que había tenido un sueño muy particular: Había subido a una montaña y de pronto había sentido ganas de orinar. Al ponerse a hacer sus necesidades, la aldea y el valle al pie de la montaña habían quedado totalmente inundados con su orina. Cuando Mun Ji escuchó este sueño le propuso comprárselo. Su hermana mayor, divertida, se lo vendió a cambio de una falda de seda. A los pocos días Kim Yu Shin trajo a la casa a su amigo Kim Chun Chu. Accidentalmente a éste se le rompió un lazo del traje, por lo que Kim Yu Shin llamó primero a la hermana mayor para que se lo cosiera. Ésta se negó a hacerlo, por lo que llamó esta vez a la menor Mun Ji. Cuando Kim Chun Chu vio cómo Mun Ji cosía amorosamente su lazo, quedó inmediatamente prendado de sus encantos. Desde entonces comenzaron los amoríos secretos entre los dos jóvenes y, a resultas de ello, Mun Ji quedó embarazada. Cuando Kim Yu Shin se enteró de lo sucedido, fingió estar tremendamente enfadado y anunció que iba a quemarla públicamente en la hoguera por deshonrar a la familia. Como el humo de la hoguera se veía a kilómetros de distancia, Kim Chun Chu vino corriendo a salvar a su amada. Ante todo el mundo que se había reunido en el lugar, confesó ser el culpable y la pidió por esposa.
Seguramente el surgimiento de esta leyenda romántica para explicar la boda se debió a que Kim Chun Chu pertenecía a la alta nobleza, con derecho a la sucesión real –en efecto, ascendió años más tarde al trono de Shilla con el nombre de Mu Yol-, por lo que en circunstancias normales no podría haberse casado jamás con la hermana de Kim Yu Shin, que era un noble de baja categoría.
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